Llegamos a Mutianyu en un autobús destartalado y nos llevó casi dos horas desde el centro de Beijing. (El viaje estaba programado por nuestro hostal y nos costó cerca de 30€ con desayuno y comida incluido, aunque no la bebida ni la subida a la Muralla).
Estábamos entusiasmados y nerviosos por pisar y vivir in situ una de las maravillas más espectaculares que ha construido el ser humano. La muralla china es también conocida por la falacia de que es vista desde el espacio, pero que una vez allí compruebas que si fuera cierto, hasta tu casa se vería (tiene una media de siete metros de alto y seis de ancho). No, no se verá desde más allá de la estratosfera, pero pasear por esa simbólica construcción me hizo sentir que estaba viviendo una de mis mejores experiencias viajeras y pensé “mira que está lejos China...” (tarareando esta canción).
Compramos los tickets (40 Yuanes) para subir en telesilla y la bajada en tobagán (esto sería tres horas después tras terminar nuestra ruta). La Muralla no está ni mucho menos entera, solo hay partes reconstruidas en diferentes ciudades. En nuestro caso, teníamos una ruta que ni mucho menos vimos entera. El primer punto fue duro, ya que había subidas y bajadas, escaleras con escalones de medio metro, y barandillas para apoyarse. Fue imposible no parar y descansar antes de continuar, ya que el sol picaba ese día y la falta de deporte se hacía notar. Cuando llegamos al final comprobamos que ya no se podía seguir, no por una valla ni ningún cartel de advertencia, si no por la maleza y el acceso directo al vacío. Extraño, pero así como había gente vendiendo refrescos no tenían un cartel avisando que te podías matar si seguías más allá de la muralla no reconstruida. Por suerte la otra parte era llana y con subidas menos pronunciadas.
Tras varias horas paseando, hinchados de satisfacción nos esperaba una suculenta bajada en tobogán, gracias a la gentileza de unos constructores holandeses que hicieron ese inventazo que nos hizo deslizar en un trineo durante quince minutos, con un freno para controlar la velocidad y una total seguridad, disfrutamos como auténticos niños. Fue la guinda del pastel a una de mis mejores experiencias visitando China.
*Precios Marzo 2013.
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