sábado, 21 de diciembre de 2013

#050 Turquía. Anatolia central


Pamukkale
Llegué a Denizli con toda mi ropa sucia y sin nadie que me hospedara en la siguiente ciudad, Konya, por lo que mientras esperaba a mi CS tenía que buscar una lavandería y un cibercafe. Paseé por las calles buscando el 'sehir Merkezi' (el centro de la ciudad). No había mucho trafico, ni mucha gente, pero tampoco había turistas. Al ver a unos policías les pregunté por 'tourist information' y se me quedaron a cuadros. ¿Para qué?, me preguntó con un inglés básico. Después de un buen rato con ellos, llegué a la conclusión de que no había ninguna oficina de turismo. Para colmo el cibercafe no cargaba algunas webs porque, como en muchos de ellos, no actualizan ningún programa. Por suerte mi CS, un chaval que había estado de erasmus en Cuenca y apasionado por nuestra cultura, vivía solo y con calefacción!! (Estuve casi una semana metiéndome en la cama muerto de frío), por lo que pude lavar mi ropa y descansar.

Que sí, que sí, que he estado en Pamukkale.

El teatro romano en Hierapolis.
Denizli no es una ciudad turística, si no que es el destino mas cercano para ir a Pamukkale. Una de esas visitas en las que te dices, al final mereció la pena todo esto, porque este lugar es una maravilla. La explicación de este impresionante paisaje es para químicos, ya que es una reacción de las aguas termales que salen por esta zona (para mas detalles, wikipedia). Después de varios días de frío, el cielo estuvo despejado y me hizo un solaco de los que hacen sudar, aun así, al pasar el control de ticket hay que quitarse los zapatos para andar por las rocas solidificadas. El agua que sale esta caliente, pero hay partes en las que no le llegaba este río termal y el suelo estaba helado, por lo que andaba y metía los pies en el agua caliente para no congelarme los pies. Tras pasar los doscientos metros de minúsculos lagos, llegue a la cima donde empezaba la ciıudad romana, Hierapolis, o lo que queda de ella.

Delviches en Konya
Delviches, Konya
Después de hacer una tortilla española para mi amigo (y van ocho de lo que va de viaje), cogí mi macuto y me fui para Konya. El lugar de origen de los delviches de mevlana. Tuve la suerte de que llegue el ultimo día del festival anual de los delviches (aun así se pueden ver gratis cada sábado). Konya es una ciudad universitaria y alardea de ser un lugar de amor y amistad (al menos es lo que dice en los folletos de turismo). Esta vez sí que era una ciudad turística, llena de autobuses que llegaban con gente que iba al festival. Entré con mucha expectación en un edificio circular, especial para este místico ritual. El enorme hall estaba repleto de souvenirs desde cuadros y fotos  de los delviches hasta barbies musulmanes. Había visto esta ceremonia en blogs de viajeros y pensé que me iba a aburrir, para que negarlo. Tiıpos que dan vueltas durante todo el rato, no es que sea para verlo durante mucho tiempo, pero nada mas lejos de la realidad. El ritual con su música hipnotiza y la ceremonia, que duró una hora, se me hizo corta.

A nadie le interesa la foto, es hora de comer.

No solo tuve esta hermosa experiencia, si no que estuve en la casa de un chaval que no tenía nada que ver con mi amigo de Izmir. En Konya son mas conservadores y fui a parar con un chaval que no permitía alcohol en su casa y que cambiaba la tele cada vez que salia una chica ligera de ropa. Era mas tradicional, pero lo suficiente abierto como para alojar a gente de cualquier parte del mundo. Dormí en un colchón en el suelo, rodeado de alfombras y comíamos en el suelo. El servicio era turco, es decir no había taza para sentarse. Como buen turco, desde el desayuno hasta la cena, que era a las seis, era abundante y riquisimo. Las aceitunas son las reinas de Turquía porque están en todo momento, junto con el pan, con el que comen untando todo. El último día fue todo mas intenso porque celebraban la graduación de un amigo, por lo que la casa se llenó de gente. A la hora de comer, nadie perdió el tiempo, se sentaron alrededor de la bandeja y comieron como un grupo de buitres. Si la comida está lista, nadie espera ni respira. Cuando quise brindar por el chico que se había graduado, se me quedaron a cuadros, nadie levantó el vaso y les tuve que explicar la costumbre de brindar, que no tenía que ver con el alcohol, como uno me dijo, 'no bebemos alcohol'. Me entendieron, pero nadie brindó y seguimos comiendo. Terminamos con el çay y unos dulces. Como siempre, no me dejaron recoger. Soy el invitado.
La ciudad de Goreme al fondo.
Capadocia cerca de Goreme.
El viaje desde Konya a Nevşehir era de postal, lagos y cordilleras nevadas, con el sol diciendome adiós, hasta la próxima. Los chicos que me alojaban eran estudiantes, como me indicaron por email, pero tenían coche. Me dijeron que les pagara la gasolina y, Baçir, uno de ellos, me explicó que no acostumbraban a pedir dinero, pero esa temporada sus padres, que plantaban patatas, no habían tenido mucha suerte y las ventas fueron malas. Les pagué quince euros para que me llevaran durante tres días por toda Capadocia. Y menudo acierto. Es la única manera de ver todo en poco tiempo. Hay un montón de rincones y museos al aire libre que recogen lo mejor que he visto en Turquía en todo mi viaje. Desde Urgull, Goreme, Zelve, donde hay cuevas en el fondo de la tierra y pueblos enteros que vivieron en los montes. Todo escavando la tierra. No les faltaba de nada, desde iglesias hasta refugios para los animales. Un paisaje que a los chicos de provincia nos queda con la boca abierta.
Para que se sepa donde estaba.
Paisaje en el pueblo donde me hospedaba.

Chico de provincias, pero no de pueblo, por lo que para mi, la casa de uno de los chicos, donde iba a dormir, fue como ir a ver a los abuelos. Una villa sin carreteras asfaltadas, vecinos que se conocen y la casa de este chico en el que solo viviamos en una habitación con estufa, por lo que dejar las botas fuera te hacia tener al día siguiente los pies congelados, y, por supuesto, una ducha con dos cubos, uno de agua caliente y otro de frío. Pero la madera ardía con ganas y no pase frío por la noche. Como buen pueblo, cuando ponían la bandeja en el suelo para comer, algún amigo se apuntaba al festín (De nuevo, era el invitado y no me dejaban ayudarles). Pero estos chicos eran mas abiertos y el ultimo día me insistieron que bebiéramos cerveza juntos, y como eran mis últimos días en Turquía, no me negué.

Habitación para dormir y comer.
Un vecino del pueblo diciendo 'Hello'.

Ankara, la capital de Turquía, fue un paso rápido para coger el avión a Estambul y, desde allí, partir hacia Kadtmandu, donde iba a pasar las navidades.




martes, 17 de diciembre de 2013

#049 Turquía. El mar Egeo: de Troya a Ephesus.

Pescadores en Çanakkale
Dejé atrás un gran fin de semana con mis amigos, esos con los que empecé a viajar hace mas de diez años y me metieron el gusanillo de conocer ciudades, países y nuevas culturas. Lleno de energía llegué a Çanakkale, conocida por estar al lado de la legendaria Troya. Tuve la suerte de que mi CS estudiaba turismo y me explicó que, al margen de esta leyenda, la ciudad esta geográficamente en la entrada al mar Marmara y, por consiguiente, a Estambul. Visitamos primero los alrededores de la fortaleza, que ahora es un museo, en la parte asiática y después cogimos un ferry para ir a la península que pertenece a Europa y donde hay otra fortaleza. De este modo, con dos fortalezas una en frente de la otra se defendieron en la edad media de los barcos que querian entrar por aquí, pero también les sirvió de defensa durante la primera guerra mundial.
El caballo de la pelicula 'Troya'.

Las temperaturas empiezan a bajar y parece que el gas es caro en Turquía porque mi CS no encendía la calefacción, por lo que tuve que dormir acurrucado bajo dos mantas. Por suerte tiene la buena costumbre de llevarse comida casera de su madre y nos hinchamos a comer. Yo le correspondí cocinando una tortilla española (y creo que van seis de lo que va de viaje). El chico había estado en Málaga y le gustaba el flamenco, tanto es así que tenía un cassette de un grupo de los setenta que yo desconocía y un Lp de ¡¡Maria del monte!!
En el teatro romano de Ephesus
La biblioteca de Ephesus con un lector especial

En Izmir me alojé para luego hacer una visita interesante: Ephesus, que está cerca de una pequeña localidad llamada Seçun. Toda esta zona fue base romana e incluso llegó vivir durante sus últimos días la "Virgen María", una casa que ahora es museo y destino de peregrinación. La única manera de ver todo es alquilando un coche, algo que mi presupuesto impedía por lo que elegí dar una vuelta por las ruinas romanas de Ephesus. Lo mas curioso de esta antigua ciudad era que tenia puerto marítimo, pero hoy día se encuentra a mas de cien kilómetros del mar.
La torre del reloj, Izmir
¿He dicho ya que hace frío? En Izmir seguía sin calefacción en la casa de mi CS, pero, y quizás por eso, me pasé los días en los bares con ellos y sus amigos. Hablamos mucho y, sobre todo, de política. Me sorprende descubrir a la gente de esta zona con una mentalidad tan abierta e, incluso, ver unas ciudades tan modernas. Si no fuera por las mezquitas, parece que estuviera en España. Además de hablar, comimos (Aqui no paran de comer) y bebimos (La cerveza Efes parece agua). Uno de esos días, de vuelta a casa, íbamos en un Renault once destartalado. Paramos en la puerta de un restaurante que tenía aparcacoches, yo me asusté porque, como sabéis, los chicos de provincia no estamos acostumbrados a este tipo de servicio, por lo que pensé que nos iban a clavar. Ni mucho menos. Por dos euros me tomé una exquisita sopa y una enorme ensalada que daban gratis, ademas de el çay (te), claro. Con la tripa llena volví a acurrucarme bajo las mantas y soñar con mi siguiente destino.

Renault 11, con uno de estos aprendi a conducir.
Ozan, mi CS en Çanakkale.
Jugando la partida... Kilitbahir

miércoles, 11 de diciembre de 2013

#048 Turquia. Estambul. La ciudad de los gatos.

Topkapı  y Ayasofia, Estambul.

Caminar por Estambul es como hacerlo por el rastro en Madrid, por lo que podríamos decir que la capital de Turquía es un gran rastro, o Bazar, como lo llaman ellos. Además, también tiene la similitud con la villa que hay gatos, pero aquí a los gatos callejeros se les trata mejor que a los vagabundos. Pasear tanto por la parte europea como por la asiática, encuentras en cada esquina una familia felina comiendo sobras de los kebabs, restos de comida de los contenedores o, incluso, la gente les compra comida especial para ellos, por lo que no es difícil ver a algunos como una bola de sebo. La gente les quiere tanto que apenas se asustan con las personas, de hecho, se te acercan para que les acaricies o les rasques. Aquí ser gato es lo mejor del mundo. O no.

Hay mucho competencia gatuna.

Mi primer paseo fue por la parte europea, en concreto en Beyoglu, donde se encuentra la Torre de Galata. Entre comerciantes y restaurantes encontramos un tipo con un puesto callejero vendiendo zumos a una lira, es el precio mas barato, cuando te acercas a zonas mas turísticas, el precio llega hasta cuatro liras. Mismo zumo y misma cantidad. Hay puestos en cada esquina y puedes encontrar desde zumo a lo mas conocido por Turquia: Simit (Los puedes encontrar hasta con Nutella) Llegamos a la calle Tarlabası, un bulevar peatonal lleno de tiendas de ropa, Mcdonals y Starbucks. Por esta calle pasa el tram nostalgiıco porque fue la primera linea y mantiene su estilo clasico. A medio camino vimos furgones de la policía y esto nos recordó donde se celebraron las manifestaciones. Al final de la calle esta la plaza y el parque de Taksim. 
Vendedores callejeros, Estambul.
Venta de especias en un Bazar.

En la otra parte europea, esta el meollo de Estambul, Topkapı, Sofiya y el Gran Bazar, donde puedes encontrar lo mismo que en el resto de bazares, pero mas caro, por algo es el centro neurálgico de la ciudad. Por suerte, o quizás porque voy solo, me estoy integrando muy bien entre los locales, tanto es así que me confundieron con un vendedor, pero tampoco hace falta no parecer turista para que te dejen en paz. Los turcos no son tan pesados como en otros países (véase China). Lo mejor de esta ciudad, mejor dicho, de su cultura es la gastronomıa y es que estoy teniendo problemas para contenerme y no dejar de probar cualquier cosa que vendan por la calle porque si hay algo que supere a mis ansias de viajar son mis ansias de comer. 


Zumito rico.

Gran Bazar, Estambul.

He estado aquí una semana, primero por tramites de visa para el próximo destino y segundo porque me vinieron a visitar mis amigos (de nuevo, visitas!!) El tiempo me ha cundido porque gracias a esto he tenido mucho tiempo para visitar la ciudad y, gracias a estar hospedado en la zona asiática he podido conocer esta  parte menos turística. Mis amigos de CS me llevaron a un idílico parque desde donde se divisaba la ciudad en su esplendor. Desde lo alto pude ver las islas (Adalar) a las que visite al día siguiente. Buyukada, Heybelıada, Burgazada y Kinaliada son las cuatro islas que se llegan en ferry, pero debido a que este no es muy frecuente, solo visite Buyukada, que es la isla mas grande. Tarde mas de una hora para ver una zona de veraneo, con unas casas muy llamativas hechas de madera y blancas, pero solo pude ver eso, casas y gatos. Si Estambul es el paraíso de los gatos, en esta isla parecen los desterrados. La población felina es exagerada.

Al no haber podido resolver mi visado para Iran, he decidido saltar a Nepal y pasar las navidades en Kathmandu, pero antes, seguire mi ruta por Turquia durante diez dias mas.


















martes, 3 de diciembre de 2013

#047 Turquia. Edirne. Primeros dias en tierras turcas.

Edirne.
Cuando iba en el autobús dirección Turquía me sentía como un niño el día antes de la noche de reyes. Salí de Plodiv en un mini bus para mi solo, pero  tras parar en otra ciudad, cambié a otro autobús mas grande. A parte del conductor, había otra persona encargada para dar agua a los pasajeros (excepto a los chicos de provincias) y avisaba al personal donde parábamos para mear o para hacer el visado (todo esto en turco, claro). Tras un par de horas, llegamos a una carretera llena de camiones aparcados en el arcén, por lo que deduje que nos acercábamos a la frontera, pero la primera parada no fue esa, si no una tienda de carretera en el que la gente aprovecho para comprar productos mas baratos (sobre todo alcohol). Pasamos el primer control y, de nuevo, otra parada. Pensé que era para pagar el visado, pero no, justo entre una frontera y otra hay un centro comercial libre de impuestos, como en los aeropuertos, donde la gente aprovecho para comprar tabaco y, de nuevo, alcohol. Ahora si, llegamos ante la policía turca, a todos les sellan el pasaporte sin problemas, menos a mi, ya que soy el único que necesita pagar, así que el chico del autobús me lleva ante la caja para pagar los quince euros y, por primera vez, hablo con este tipo y me pregunta donde voy. Edirne, le contesto. Seguimos la ruta tras pasar la frontera y lo primero que se ve es una mezquita. No me da tiempo a asimilar que estoy en tierras turcas y el autobús para, el chico me dice que me baje, le sigo sin entender nada junto a dos mas. No se que pasa, pero me doy cuenta de que hay un coche parado y nos tenemos que montar con el. Todo es tan informal que cuando cojo mi mochila, el bus se va y el coche a punto estuvo de dejarme tirado, en mitad de la nada. (no me hubiera importado hacer autostop, pero ya que había pagado quería que me dejaran en Edirne). Finalmente, me llevan en coche. Nadie hablaba ingles, pero, aun así, no paraban de hablar(me). Les digo que he quedado con una amiga en la mezquita Selimiye y me dejan allí.

Mezquita Selimiye, Edirne.
Entre por un lateral subiendo unas escaleras de piedra, encogido y expulsando vaho por la boca llegue a los pies de la mezquita. Los alrededores tenían un jardín en tierra debido a que estaban metiendo mangueras para el riego. Un enorme chillido de cuervos alborotados me llamaron la atención. Estaban nerviosos, como yo, y se posaban en unos arboles cercanos, mientras otros volaban en masa, podría haber cientos de ellos. Seguí caminando junto a algunas mujeres, que llevaban preparado su pelo cubierto antes de entrar por la puerta principal. El edificio estaba iluminado con grandes focos dándole un tono anaranjado. Observe a una persona quitarse los zapatos antes de entrar a rezar y subí mi mirada hacia lo alto siguiendo la estructura de un minarete y, sin querer, se me abrió la boca de fascinacion. Estaba en frente de la mezquita mas grande de Turquía y mis piernas empezaron a temblar, empecé a recordar que hacia dos meses había empezado mi aventura y pensé, que demonios, hasta los chicos de provincias pueden llegar hasta aquí. Hacia tiempo que no me sentia tan feliz.
El deporte nacional en turquia, los bazares.

Turquia vive en la calle, es de lo que me di cuenta al callejear por Edirne. La gente no para de comprar y vender en cualquier esquina. No hay nada que no puedas encontrar entre sus miles de locales, unos detras de otros, por suerte, si no te paras a mirar algo, no te marean, ni te cogen del brazo. Son bastantes tranquilos sus comerciantes y si les dices que no, te dejan en paz. Quizas, alguno te suelta una palabra en castellano y te echas a reir, quizas intercambias unas palabras, sobre todo, de futbol. Barcelona o Madrid, me preguntan. Soy de pronvincias, les digo. Si el bazar es su deporte nacional, la gastronomia no se queda atras. La chica que me alojo en esta ciudad cocino una enorme cazuela de pasta rellena (Manti), con salsas (de pimientos y yogurt con ajo), pan, te con pastas y cafe. Cafe turco! Nada que ver con lo que habia probado, pero ademas, cuentan que te pueden leer el futuro con los posos del cafe... cual sera el mio? De momento, no parar de comer y probar todo lo que me ofrece Turquia. Enamorado de los Simit que cuestan 1 lira turca (menos de cincuenta centimos).

Couchsurfing en Edirne.


Limpiabotas.
Simit, no paro de comerlos.


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