Kadmandu |
Sonó la campana, una y otra vez. Era el primer aviso a las cuatro de la mañana. Tras el segundo, media hora después, salí de mi habitación, frotándome la ropa para entrar en calor y acurrucado en una manta. Me dirigí al Hall junto al resto de gente. La paz y el silencio emanaba en cada esquina. El cielo era una postal llena de estrellas. Antes de entrar en el Hall, me descalcé y fui a mi cojín, el G5. En la parte derecha estábamos los hombres y a la izquierda las mujeres. Era el único lugar donde coincidíamos. Hice un par de estiramientos y me senté cruzando las piernas, cerré los ojos y respiré. Empezaba así uno de mis días en el curso de meditación de vipassana.
Este curso me lo recomendó mi amigo Pablo y me pareció tan interesante que se me quedó clavado a fuego durante mi estancia en Manchester, donde coincidí con otra amiga, Nuria, que me habló de la gran experiencia que vivió durante este curso. La idea es conocerse a uno mismo y gracias a esta técnica de meditación te enseña un camino para ello. A mí me ha convencido.
Cualquier persona que le hablas de meditar lo relaciona con el budismo y su religión, pero nada mas lejos de la realidad. Vipassana es una técnica que pueden practicar creyentes y ateos porque no es mas que meditar y observar las sensaciones de tu cuerpo. Parece poco, pero cuando estas concentrado llegas a experimentar por ti mismo tu propio cuerpo, ya que su objetivo es ese: conócete a ti mismo y entenderas el universo (eso es lo que decian los griegos, no?)
El curso es duro, ya que tienes que estar durante diez días en silencio y meditando diez horas parando para desayunar a las seis, comiendo a las once y merendando a las seis de la tarde. Como he dicho, te levantas a las cuatro y te acuestas a las nueve. El curso mas sencillo es de de diez días y es gratis, ya que solo aceptan donaciones. Incluso toda la gente que ayuda en cocina y limpieza son voluntarios.
El silencio, que tanto llama la atención, fue lo de menos. Lo mas duro en mi caso fueron tantas horas sentado con las piernas cruzadas. Mis rodillas, piernas y espalda me dolían y tenía que cambiar de posición con frecuencia, por lo que la meditación se cortaba. Aun así, logré por momentos dominar mis pensamientos, centrarme y observar que lo que uno siente, sea bueno o malo, surge y desaparece (La esencia del vipassana). Esta simple aceptación de la vida es algo natural que muchas veces nos cuesta dominar en nuestra mente. Todo en el universo surge y desaparece, pero nuestro cerebro nos ha acostumbrado (o le hemos acostumbrado) a pensar en el pasado y en el futuro, mientras no disfrutamos del presente. No hemos aprendido a dominar nuestros sentimientos.
En definitiva, vipassana pretende que una vez que te conozcas, seras mas feliz y, en consecuencia, repartirías felicidad al resto del mundo. Si todos fuéramos felices, todo sería mucho mejor, ¿no?
Para los mas interesados echar un vistazo a su web.
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